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Opinión – Mientras estaban de vacaciones. Por Rosa María Artal
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Ucronía bíblica

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Si el Génesis, el primer libro de la Biblia,lo hubiese transmitido las mujeres de manera oral y/o a través de la escritura, la Historia de la Humanidad hubiese tomado otros derroteros.  

Hubiese llegado hasta nuestros días algo así:

Habiendo creado la Omnipotente el cielo y la tierra, la luz del día y las tinieblas de la noche, habiendo creado la tierra firme y los mares, los peces y las aves, los árboles frutales y las plantas con semillas, las estaciones del año, las estrellas del firmamento...Dijo la Omnipotente: Hagamos a la mujer a nuestra imagen, según nuestra semejanza; que tenga el mismo dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre las bestias salvajes y sobre los reptiles de la tierra.

La Omnipotente plantó un jardín en Edén, al oriente, y en él puso a la mujer que había creado. De Edén salía un río que regaba el jardín y desde aquí se partía en cuatro brazos: Pisón, Guijón, Tigris y Eufrates.

Y dijo la Omnipotente a la mujer: “De todos los árboles del jardín puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal, ¡de ninguna manera comerás!, porque si llegas un día a comer, ¡morirás sin remedio!

Rodeado de toda clase de frutos y animales. Transcurrían los días de la mujer. Entonces, la Omnipotente quiso que la mujer no estuviese sola. Infundió en ella un profundo sueño y, mientras dormía, tomó de sus entrañas uno de sus óvulos y creó un compañero para ella. A este le llamó Adán porque había nacido de la misma sangre que la mujer.

La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que había creado la Omnipotente. Dotado de comunicación, se dirigió un día al hombre: ¿Así que la Omnipotente os ha dicho que no comáis de ninguno de los árboles del jardín? No, respondió el hombre a la serpiente, podemos comer de los árboles del jardín. Sólo del fruto del árbol que está en medio del jardín nos dijo la Omnipotente que no comiéramos de él porque moriríamos.

La serpiente replicó al hombre: ¡Qué vais a morir! Al contrario, es que la Omnipotente sabe que en el momento en que comáis de él se abrirán vuestros ojos y tendréis los mismos poderes que ella, seréis conocedores del bien y del mal.

El hombre vio entonces que el fruto del árbol era sabroso para comer, bonito de ver y apetecible para adquirir sabiduría. Así que tomó su fruto y comió. Después invitó a comer también a su mujer.

La Omnipotente apareció muy enfadada. ¿Por qué os habéis escondido?, preguntó colérica.

La mujer, asustada le dijo: El hombre que me has dado de compañero me convenció para comer del fruto del árbol del bien y del mal. 

Dirigiéndose al hombre, la Omnipotente gritó: Por haber escuchado la voz de la serpiente te condeno a sacar con fatiga los frutos de la tierra. 

Después, dirigiéndose a la mujer le dijo: por haberte dejado convencer por tu marido, 

parirás con dolor toda tu descendencia. Por eso, te llamarás Eva.

Expulsados del Edén, Eva y Adán comenzaron a vagar por la Tierra.

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