Pocos autores parecerían más ajenos al pensamiento utópico que el Marqués de Sade. Sin embargo, dentro de su“novela filosófica”Aline y Valcour encontramos la descripción de la próspera sociedad de la isla de Tamoe, gobernada por el sabio Zamé, donde reina la igualdad y la virtud, de la que se ha extirpado el dogma religioso y en donde las leyes se han reducido a su mínima expresión. La reflexión acerca de la utopía y la distopía–su evolución histórica, sus declinaciones contemporáneas y potencialidad futura–excede los ámbitos historiográficos o académicos. Constituye un esfuerzo esencial de recuperación de un elenco de materiales conceptuales cruciales para realizar un diagnóstico del presente.
Marques de Sade
Donatien Alphonse François Sade (París, 1740 - Charenton, Francia, 1814), más conocido por su título de marqués de Sade, fue un escritor y filósofo. De origen aristocrático, se educó con su tío, el abate de Sade, un erudito libertino y volteriano que ejerció sobre él una gran influencia. Juzgado y condenado a muerte por delitos sexuales en 1772, consiguió huir a Génova. Regresó a París en 1777, donde fue detenido a instancias de su suegro y encarcelado en Vincennes. En 1784 fue trasladado a la Bastilla y en 1789 al hospital psiquiátrico de Charenton, que abandonó en 1790 gracias a un indulto concedido por la Asamblea surgida de la Revolución de 1789. Participó entonces de manera activa en política, paradójicamente en el bando más moderado. En 1801, a raíz del escándalo suscitado por la publicación de La filosofa del tocador, fue internado de nuevo en el hospital psiquiátrico de Charenton, donde murió. Escribió la mayor parte de sus obras en sus largos períodos de internamiento. En una de las primeras, el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo (1782), manifestó su ateísmo. Posteriores son Los 120 días de Sodoma (1784), Los crímenes del amor (1788), Justine (1791) y Juliette (1798). Calificadas de obscenas en su día, la descripción de distintos tipos de perversión sexual constituye su tema principal, aunque no el único: en cierto sentido, Sade puede considerars
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